Para Johan David y su familia, no existen las limitaciones
En el marco del Día Mundial de los Defectos Congénitos, Comfamiliar Risaralda destaca la historia de vida de Johan David y su familia, paciente con una malformación congénita de labio y/o paladar hendido.
La extensa travesía de dos horas que deben hacer el pequeño Johan David y su mamá Nancy Lorena, desde la finca La Celia ubicada en el sector Estación Pereira, hasta la sede Obrero de Salud Oral Comfamiliar donde es atendido desde que tenía dos meses de vida, no ha sido impedimento para luchar por la salud de este futuro policía, quien nació con labio y/o paladar hendido.
Muy en punto de las 6 de la mañana, doña Nancy encilla a Mantequillo, y a lomo del caballo preferido de Johan inician su desplazamiento por un camino de herradura, por donde literalmente solo transitan las bestias.
“Es un proceso siempre larguito porque toca ir a caballo durante 40 minutos hasta Estación Pereira, allí lo dejamos, nos cambiamos los zapatos y si es necesario la ropa, abordamos la chiva o el jeep que se demora más o menos una hora y media hasta Ciudad Victoria, y allá cogemos un taxi hasta Comfamiliar”, manifestó Nancy Lorena Osorio.
Su vida
A sus 6 años, Johan David es un niño normal como todos los de su salón de grado primero de la escuela Estación Pereira: juega fútbol, monta en bicicleta, habla, y en ocasiones, más de la cuenta así lo expresa entre risas su mamá. Pero sin duda alguna es un aventajado académicamente, lo que llena de orgullo a sus padres y los hace olvidar de aquellos días de tristeza y dolor cuando nació el amor de sus vidas.
Entre lágrimas, doña Nancy recuerda, como si fuera hoy, aquel esperado 27 de abril de 2013, día destinado para el nacimiento de nuestro protagonista. Aunque tenían mucha ansiedad, todo era felicidad en la familia Valencia Osorio por la llegada del nuevo hermanito de Juan Camilo. Pero en segundos la alegría se convirtió en angustia y sufrimiento al recibir la noticia inesperada.
“Cuando nació Johan con esta condición, a mi esposo José Duván le dio muy duro porque él ha sido muy buen papá, nos preguntábamos por qué nos pasaba esto a nosotros. Fueron cuatro meses que lloré muchísimo de ver cómo el niño sufría, eso fue muy duro para mí, sin embargo lo asimilamos. Nos dijeron que había dos posibles causas: que durante la gestación pudo haber sido quemado por algún químico, o por herencia ya que el papá tiene un hermano con ese mismo problema”, relata doña Nancy.
Sin embargo, no todo estaba perdido para Johan, con la ayuda del personal médico empezaron a alimentarlo por medio de una jeringa ya que por su condición no era capaz de ingerir el alimento materno.
“Se le devolvía la comida, se me ahogaba, era un proceso muy difícil con él. Ya cuando cumplió dos meses llegamos al programa Nace una Sonrisa de Salud Oral Comfamiliar, el doctor me le colocó una plaquita, y con eso ya pudo tomar tetero, sin duda alguna Dios existe y se refleja en los médicos”.
Tres meses después le realizaron su primera intervención quirúrgica en el labio superior, la cirugía fue todo un éxito, y los avances eran notorios. Mes a mes debían ir a consulta médica con el objetivo de hacerle seguimiento al proceso que cada vez iba mejor, el siguiente objetivo era perfeccionar su paladar.
“Cuando tenía año y medio me lo operaron del paladar, la preparación fue 20 días sin darle comida, solo gelatina, agua y caldo, afortunadamente todo salió muy bien. Gracias a Dios vivimos felices de ver cómo mi hijo ha mejorado con las cirugías, mi mayor temor era que la sociedad me lo rechazara, pero no ha sido así, hay que repararlo mucho para saber que tiene una cicatriz. Las personas cuando lo ven me dicen, señora su hijo se le raspó en el labio, yo les digo que es el resultado de una gran operación que le hicieron”, acotó Nancy.
Almas gemelas
Juan Camilo, con tan solo siete años, tiene claro que sus misión en la vida es cuidar de su gran tesoro, su hermanito Johan, pues más que nadie sabe la lucha que ha tenido que vivir su compañerito de aventuras, ese con el que va a la escuela de la mano y por el que entregaría la vida de ser necesario.
“Yo quiero mucho a mi hermanito, juego con él, le explico las tareas que no entiende, si le va mal yo le enseño, le presto la bicicleta, arriamos las vacas, montamos a caballo y somos muy buenos amigos. Aunque a veces me hace enojar, eso se me pasa porque él hace parte de mi vida”, concluyó el mayor de los hijos de la familia Valencia Osorio.
El Dato
Johan David, mes a mes debe asistir a controles y terapias del habla, las cuales le han servido significativamente para la interacción en sociedad. El siguiente paso será la reconstrucción de la encía que, según los médicos, se le realizará entre los 8 y 9 años de edad cuando inicie a mudar sus dientes. Y la segunda será la de nariz cuando llegue a los 16 años.
¡Adelante Campeón!